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La frase de Carlos Tevez, un puntapié para sacar del clóset al mundo del fútbol

La opinión del emblemático futbolista encierra una serie de prejuicios y estereotipos que llevan a pensar cuáles son los valores en el deporte y por qué no hay jugadores profesionales abiertamente gays.


Hay 28 equipos en la Primera División del fútbol argentino. Cada uno tiene un plantel compuesto por entre 20 y 30 profesionales. Algunos, tal vez más. Eso nos indica que, por lo menos, hay 560 jugadores en la máxima categoría. Ninguno de ellos es abiertamente gay.


Según diversos estudios, se calcula que entre un 6 y un 8% de la población mundial tiene una orientación sexual disidente, es decir, aquella que está por fuera de la norma impuesta socialmente (que en nuestro caso es la heterosexualidad).

Entonces, ¿el mundo del fútbol está ajeno a la estadística o el tema es tan tabú que nadie se anima a decirlo? Sabemos de sus novias famosas o con miles de seguidores en Instagram, escuchamos de sus esposas que muchas veces -abnegadamente- dejan de lado sus objetivos personales para acompañarlos en carreras que pueden llevarlos a lugares recónditos del mundo.

Pero, ¿por qué nunca nos hemos enterado nada de un novio, un marido?


Carlos Tevez, en la previa de su regreso oficial a Boca Juniors tras un paso con escasos méritos por China, lanzó una frase a todas luces discriminatoria. "Yo a Lito lo llevo al barrio conmigo (…) si no lo llevo a que le den un par de cachetazos, está ahí de doblar la muñeca", dijo y provocó las carcajadas de los periodistas presentes.


La declaración del delantero encierra una serie de estereotipos y de prejuicios machistas y homofóbicos que, a las claras, son generalizados en el mundo del fútbol y que son el fundamento de esa ausencia de jugadores profesionales gays.


Para un futbolista (y para muchas personas con distintos oficios), reconocer su homosexualidad implica enfrentarse a un suma de miedos: la sanción, el castigo -psíquico y físico-, la pérdida del respeto y de la amistad de los compañeros, la puesta en ridículo por parte de estadios enteros y, eventualmente, la presión mediática… No sorprende que Tevez diga que, para evitar ser gay (porque exactamente a eso se refirió con quebrar la muñeca) hay que imprimir un castigo corporal, un cachetazo.


La masculinidad hegemónica, que establece parámetros de cómo debe ser y comportarse un hombre de verdad, encuentra un terreno fértil para su desarrollo en el mundo del deporte en general y en el fútbol en particular.


Ser recio, duro, fuerte, no llorar y aguantar todo lo que venga -lo contrario a ese deber serestereotipado que se plantea para las mujeres en una sociedad patriarcal- son algunas de esas expresiones bien vistas, que, de ser ejercidas correctamente, alejan a los jugadores de la posibilidad de ser tildados de débiles -en principio- y de maricones -de máxima-.


En todo caso Tevez se olvida -o, tal vez, no sabe- que esos que quiebran la muñeca también juegan al fútbol. Están entre los que alquilan una canchita con los compañeros de trabajo para jugar un jueves a la noche, son los que arman un picadito con los pibes y las pibas en la playa, son los que alientan en las tribunas todos los fines de semana, son los que conformaron equipos exitosísimos como Los Dogos o SAFG (Selección Argentina de Futbolistas Gays) para despuntar el vicio del juego y, además, visibilizar su causa. Están también, claro, en todos los niveles del fútbol argentino (como en la sociedad), sólo que sin poder reconocerlo.


Es posible que en algún momento Carlitos pida disculpas. Tal vez diga que se equivocó, que no pensó bien lo que dijo, que solo quiere que Lito sea feliz.


Tal vez hasta diga que tiene amigos gays. Su postura, sin embargo, deja en claro que en un país con leyes de avanzada como la de matrimonio igualitario o la de identidad de género, los cambios culturales son mucho más difíciles de alcanzar.


No se trata, a partir de este análisis, de intentar forzar a ningún futbolista a salir del clóset. Nadie debe ser punta de lanza de una transformación ni ejemplo de nada bajo presión. Se trata de concientizar respecto de la necesidad de que el mundo del fútbol sea un ámbito para derribar estereotipos y para promover la sensibilidad y el respeto de las diferencias.


Desterrar la discriminación y las violencias – a partir también de los dichos y las conductas públicas de sus protagonistas- debe ser uno de los pilares de una actividad que concentra la atención de millones de pobladores de un país cada fin de semana.


Fuente: Infobae

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